a) Reflexión inicial. Ver el video.
¿Qué son los valores", Dr. Miguel Carbonell, Catedrático de la UNAM en:
En binas organiza tabla de información del video (concepto, descripción, hechos, reflexión). El trabajo se presenta individual para firma.
b) Realiza lectura y ejercicios libro Ética.
c) Comunidad de indagación: realiza la lectura previa.
Mónica Velasco
Autor
-“… Mmm son las once y mi papá no ha llegado, como de costumbre”- dijo Enrique en voz alta al pasar por el cuarto de su mamá y verla sola con su labor. El papá de Enrique, Rafael, era bien conocido por tomar mucho y visitar a Angélica, una mesera que vivía a unas cuadras de su trabajo.
Enrique no podía entender por qué su mamá, a sabiendas de los rumores, seguía teniendo las mismas atenciones con su padre, las cuales iban desde preparar una comida a su gusto y lavar con esmero el uniforme de trabajo, hasta hacerla de anfitriona en las reuniones que éste hacía con sus amigos del trabajo.
La mamá de Enrique escuchó su comentario. Él se dio cuenta y pensó que le diría algo, pero su mamá solo dijo -“Vete a descansar, mañana tienes examen. ¿Ya cenaste algo? No te quedes con el estómago vacío”-. Su voz no sonaba alterada, y ni siquiera levantó la vista de la costura que estaba haciendo.
“Me comí unas quesadillas en casa de Vero”– respondió Enrique desconcertado. Quería decirle a su mamá lo que pensaba, pero no encontraba el momento. Si ella hubiera reaccionado de otra forma a su comentario, quizá hubiera podido decirle todo lo que traía por dentro y que cada vez le costaba más trabajo contener. Sin más, Enrique se fue a su cuarto, separado de la habitación de sus padres por un pequeño patio interior donde su mamá tenía un par de macetas con geranios que cuidaba con gran esmero. Se preguntaba cómo le hacía su mamá para no perder la calma.
Al día siguiente, cuando Enrique se levantó, encontró a su papá durmiendo en el sillón de la sala, vestido con la ropa del trabajo y exhalando un fuerte olor a alcohol. Su mamá estaba preparando el desayuno para los dos en la cocina. “Ándale, hijo, siéntate a desayunar, que no se te haga tarde. Preparé un par de huevos con salsita de chile y unos frijolitos. Apenas así para que te vaya bien en la escuela”.
“Y para quitarle la cruda a mi papá…”- pensó Enrique para sí.
Antes de salir hacia la escuela, su mamá le dijo: “No se te olvide traerme los hilos que te había encargado, los necesito… escoge unas cinco madejas de color verde… pero que sean de diferentes tonos. Ya es lo único que me falta para terminar este bordado y poderlo entregar”.
Antonia, esposa de Rafael y mamá de Enrique, era conocida por sus clientas como doña Toña. Oriunda de Oaxaca, era una excelente bordadora que vendía sus creaciones en el mercado local. Toña disfrutaba mucho bordar las flores que ella misma diseñaba con mucho ingenio en manteles, servilletas, carpetas y blusas. En sus bordados ella se explayaba en colores y formas. La calidad de su trabajo y la tranquilidad que siempre mostraba, le había ganado la simpatía de sus clientes. Incluso algunos de ellos le habían querido hacer pedidos grandes para restaurantes, pero ella no los aceptaba porque sentía que trabajos así de grandes le requerían de todo su tiempo y no quería, ni podía, desatender a su familia.
Rafael trabajaba como cargador en una fábrica. Se caracterizaba entre sus compañeros por su buen humor y disposición al trabajo, mantenía muy buenas relaciones con sus superiores y gustaba de cortejar a las secretarias, a las que consideraba altamente atractivas. En general procuraba ser discreto en cuestiones de sus relaciones extramaritales. Sin embargo se llenaba de orgullo si cualquier persona, exceptuando a las que pertenecían a su familia, se enteraba de sus aventuras.
Enrique supo de la relación amorosa de su padre y Angélica gracias a su mejor amigo, que resultó ser vecino de la nueva aventura de su padre. Cuando Enrique se enteró le hirvió la sangre. Muy molesto y decidido corrió a contarle todo a su mamá.
Habría esperado que su mamá reaccionara como él. Sin embargo, cuando terminó su relato, su mamá le dijo de manera serena pero firme: “Enrique, no tienes por qué alterarte ni guardarle rencor a tu papá. Este problema es entre él y yo. Qué bueno que me lo hayas dicho, yo sé que tu intención es buena y la agradezco, pero este no es tu asunto. Yo lo voy a solucionar con él, así que deja este asunto en paz. Vete a hacer tus cosas.”
Cuando llegó su papá a la casa, doña Antonia lo recibió con buena cara, le sirvió la cena y comenzaron a hablar acerca de la relación del papá con Angélica. Durante toda la noche Enrique sólo escuchó murmullos.
Al día siguiente encontró a su mamá preparando el desayuno como siempre y a su papá alistándose para ir al trabajo. Todo estaba en aparente calma. La serenidad con que su madre despidió a su papá destanteó de nuevo a Enrique y le hizo preguntarse una vez más: “¿Por qué mi mamá sigue aquí, por qué lo sigue atendiendo? ¿Por qué no lo deja y ya?”. Sin embargo no se atrevió a hacerle directamente estas preguntas a Toña.
Unas semanas después la situación seguía igual en la casa. Enrique ya no podía aguantarse más. Aunque su mamá dijera que no era su asunto, él no estaba tan seguro. Así que, armándose de valor se dirigió al mercado. Cuando salía de la escuela encontró a Antonia bordando con la serenidad de siempre. Se acercó a ella y así, sin más, le dijo: -“¡Mamá! ¡No te entiendo, la verdad! Trabajas todo el día, yo le echo todas las ganas a la escuela y en cambio mi papá de plano se las gasta… está a todo dar: se va con esta señora, toma con quien se le pega la gana, y luego sí, se viene aquí a la casa para que tú lo atiendas, le prepares algo para la cruda…. yo que tú no le preparaba nada, si tiene cruda,… ¡pues que se aguante! Lo mínimo sería que se la curara solo o que se vaya con su amante y se las vea con ella, a ver si lo aguanta como tú. La verdad tú también te pasas… Y luego te veo aquí, sentada tan tranquila, bordando como siempre. No entiendo. ¿Por qué haces esto? ¿Por qué sigues con mi papá?”.
Enrique tenía una mezcla de sentimientos. Por un lado, le daba mucho coraje la actitud de su mamá. Pero por otra parte le causaba fuerte admiración y respeto que ante la situación tan adversa, ella no se quebrara. Por su papá no podía decir exactamente lo que sentía. Era algo así como coraje, impotencia, cierta lástima… no estaba seguro, pero admiración y respeto, ciertamente no. El punto era simplemente que la forma de vida que llevaba su mamá, para él, no tenía ningún sentido.
Mientras estaba hablando, Enrique recordó algunas ocasiones en las que él mismo “había aguantado” una situación. Su amiga Vero se las gastaba con él como quería. Si necesitaba su ayuda o compañía, luego luego lo buscaba. Pero si andaba ligando con alguien, o andaba bien con sus amigas, ni caso le hacía aunque él la necesitara… y, sin embargo, no dejaba de ser su amigo, y cada vez que Vero le llamaba, él respondía incondicionalmente. Vero era así, y a pesar de que a veces esto le dolía no se decidía a romper su relación con ella. Sus cuates le decían que Vero le veía la cara… sin embargo, él le seguía siendo leal, no se enojaba con ella ni buscaba la forma de desquitarse. ¿Tenía sentido? También pasaba con sus compañeros. A veces se les pasaba la mano con las bromas, sabían ser pesados y él no siempre estaba de acuerdo con la manera en que hacían las cosas. Sin embargo, no quería romper con ellos. Y cuando salían juntos, él tan tranquilo. “¿Tenía sentido? ¿No era de alguna manera algo similar a lo que hacía su mamá?” se preguntaba a sí mismo.
Antonia escuchó a Enrique en silencio. Le sorprendió la manera en que la estaba confrontando. No lo había hecho antes, y lo miró con cierto respeto y mucha ternura. Sonrió como dándose cuenta de algo que sabía desde su corazón, pero que nunca había tenido que explicarlo con palabras.
“Mira Enrique –dijo Antonia- a mí lo que me gusta es bordar. Cada vez que empiezo una labor, me siento libre. Libre para elegir qué bordar y cómo hacerlo, qué colores poner, cómo mezclarlos, cómo manejarme en ese espacio que tengo entre mis manos, y sobre el que solo yo decido. Y este sentimiento me llena de felicidad, me hace sentir plena. Cuando bordo me siento fuerte, y esto hace que todo lo demás sea soportable; en la vida se presentan circunstancias difíciles que a veces no podemos cambiar. A veces nos encontramos viviendo cosas que no queremos vivir, y alguna veces estas cosas son muy desagradables. Y entonces tenemos que “agarrarnos” de aquellas cosas que nos gustan, que nos hacen fuertes, que nos hacen felices y que le dan sentido a nuestra vida. Creo que así es cómo le hago con lo de tu papá. Puedo lidiar con esa situación, porque en mi bordado tengo mi espacio para ser yo misma, para gozar, para imaginar, para decidir, para estar en paz.“ Enrique no sabía qué decir, nunca se había planteado las cosas de esta manera, y no hubiera imaginado nunca que el trabajo de su mamá significara tanto para ella. No había pensado qué representaba “el espacio” de su mamá. ¿Podría servirle a él esta manera de entender la vida?
Conforme pasaba el tiempo y se daba la oportunidad de pensar en lo que sentía, Enrique se dio cuenta de que la manera de pensar de su mamá era una gran lección. Sin embargo, ella se había olvidado de un gran detalle, así que fue a buscarla de nuevo al mercado, se sentó junto a ella, y mientras Antonia bordaba, le dijo:
-“¿Sabes una cosa mamá?”– Antonia levantó la cabeza del bordado y fijó su mirada en el rostro de Enrique. -“Que te “agarres” de las cosas que te gustan y que le dan sentido a tu vida no sirve solo para sobrellevar las situaciones difíciles, sino que también, y quizá sea más importante, te puede ayudar a cambiarlas. La libertad de poder elegir un color o una forma que bordar, la felicidad, la fuerza, la plenitud que encuentras en la labor, no debería quedarse solo ahí, deberían ser llevados a la vida misma”.
A Antonia se le llenaron los ojos de lágrimas. El otro día le había dicho a Enrique “No es tu asunto”, pero en realidad creía que lo que vivían en casa era asunto de todos. Enrique le había dado también una gran lección y valía la pena tomarla en cuenta. En otros espacios de su vida también podía decidir: podía dejar que Rafael siguiera su camino, y ella podía seguir con el suyo; podía hacer de la labor una fuente de libertad económica; podía darle sentido a la vida “agarrándose” no solo del bordado, sino a la posibilidad y a la esperanza de construir, desde sus propias decisiones, una nueva situación de vida.
A continuación se presentan algunas líneas de reflexión relacionadas con este ámbito de la acción humana.
I. Entender la forma de actuar de otros
II. Decir lo que sabemos, pensamos y sentimos
III. ¿Costumbres o decisiones?
IV. Circunstancias
V. Libertad
VI. Sentido de vida
I. Entender la forma de actuar de otros
Enrique no “puede entender” la manera en que actúa su mamá.
1. ¿Hay acciones ante las que solo debe haber una forma de reaccionar?
2. Si reaccionamos de manera diferente, ¿quiere decir que creemos en algo diferente? ¿Que sentimos de manera diferente? ¿Que pensamos de maneras diferentes? ¿Que somos diferentes?
3. ¿Habría mejores y peores maneras de reaccionar ante una situación con la que no estamos de acuerdo?, ¿cómo podríamos saberlo?, ¿qué tendríamos que tomar en cuenta?
4. ¿En qué tipo de situaciones sería importante “mantener la calma” y en cuáles no?
5. ¿Es lo mismo entender que aceptar?
6. ¿Puedes entender a una persona que actúa de una manera que consideras errónea o inaceptable?
7. Si entiendes la manera de actuar de una persona, ¿tienes que estar de acuerdo con ella?
8. ¿Puedes decir que entiendes algo aunque no te parezca lógico?
9. Entender la forma de actuar de una persona, ¿te lleva a ser solidario con ella?, ¿genera en ti algún tipo de compromiso?
10. Darte cuenta de una situación que consideras incorrecta en las relaciones interpersonales, ¿te da derecho a opinar o a intervenir?, ¿en qué casos sí y en qué casos no?, ¿podrías establecer algunos criterios que te permitan saber qué hacer?
II. Decir lo que sabemos, pensamos y sentimos
Enrique le dice a su mamá lo que le comentaron respecto de su papá, animado por un sentimiento de coraje. Su mamá no reacciona como él espera, y le dice que no tiene porqué sentir lo que siente.
1. ¿Consideras correcto que Enrique le haya contado a su mamá lo que le dijeron respecto a su papá? ¿Qué razones tendrías para sostener tu punto de vista?
2. ¿Consideras que la reacción de Antonia hacia Enrique fue la correcta?
3. ¿Decir lo que pensamos y/o sentimos hace alguna diferencia en relación a los hechos? ¿Qué razones tendríamos para decirlo? ¿Habría entre esas razones algunas válidas y otras no?
4. ¿Habrá situaciones en las que la forma en que nos sentimos y/o pensamos no sea relevante?
5. Si Enrique se siente mal ante una situación que viven sus padres, ¿tendrían ellos la obligación de escucharlo?, ¿de tomarlo en cuenta?, ¿de revisar lo que están haciendo?
6. ¿Puede una persona decirte qué es lo que debes sentir?
7. Callar ante una situación que me parece incorrecta, ¿me hace cómplice de ella?
8. ¿Es correcto decir a los adultos lo que pensamos y/o sentimos respecto a una situación de la que únicamente ellos son responsables?
9. ¿Es correcto que los hijos digan a los padres que no están de acuerdo con su forma de proceder?, ¿respecto a cualquier cosa de su vida?, ¿de cualquier manera?, ¿con cualquier propósito?
10. ¿Sería correcto pensar que está mal lo que otra persona hace sin conocer sus motivos?
11. Si nos parece que no tiene sentido lo que una persona hace, ¿tenemos derecho a cuestionarlo?, ¿en qué casos sí y en qué casos no?, ¿qué tendríamos que tomar en cuenta?
III. ¿Costumbres o decisiones?
Como es costumbre el papá de Enrique llega tarde a casa. Parece que Antonia ya está “acostumbrada” a esa situación. En su relación con Vero, Enrique se da cuenta de una forma “habitual” de responderle. Cuesta trabajo distinguir cuándo hacemos algo de manera habitual, porque es a lo que estamos acostumbrados, y cuándo lo hacemos como resultado de una decisión. Esto puede hacer una diferencia importante al momento de asumir las consecuencias de nuestros actos.
En los siguientes casos elige una de las opciones que se presenta en la tabla:
Decisión
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Costumbre
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Ambos
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¿?
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1
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Preparar el desayuno para la familia
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2
|
Ir a la escuela diariamente
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3
|
Presentar examen
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4
|
Decir lo que siento
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5
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Decir lo que pienso
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6
|
Beber alcohol en demasía
| ||||
7
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Atender a una persona aunque su comportamiento
nos disguste o nos dañe
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8
|
Intervenir en los asuntos de otros
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9
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“Hacer como que nada pasa” aunque no sea así
|
1. ¿Hay alguna diferencia entre actuar por costumbre y actuar por decisión? Justifica tu respuesta.
2. ¿Puedes decidir acostumbrarte a algo?
3. ¿Eres responsable de las consecuencias de actuar por costumbre de la misma manera que si actuaras por decisión?
4. ¿Cuándo podríamos decir que actuar “siguiendo la costumbre” es lo adecuado y cuándo no?
5. ¿Cuándo podríamos decir que actuar “por decisión” es lo adecuado y cuándo no?
6. ¿Sobre qué aspectos de tu vida puedes tomar decisiones y sobre qué aspectos no? ¿Por qué?
7. ¿Pueden otras personas decidir por ti? ¿Cómo lo harían?
8. ¿Serías responsable de las consecuencias de una decisión si no la tomaste tú?
9. ¿Podrías decir qué es lo que hace que una decisión sea una “buena decisión”?
10. ¿Podrías enumerar los pasos que sigues cuando tienes que tomar una decisión?
11. Hay quien afirma que “Tomar buenas decisiones te hace libre”. ¿Estarías de acuerdo con esta afirmación?
IV. Circunstancias
La mamá de Enrique le explica que “… en la vida se presentan circunstancias difíciles que a veces no podemos cambiar. A veces nos encontramos viviendo cosas que no queremos vivir, y alguna veces estas cosas son muy desagradables.” Y después le dice que una manera de “lidiar” con esto es “agarrándose” de aquello que le da felicidad y sentido de vida.
1. ¿Qué es lo que hace que una circunstancia sea “difícil”?
2. Si es difícil para unos, ¿significa que es difícil para cualquiera?
3. ¿Hay circunstancias que no pueden cambiar?, ¿de qué depende?
4. ¿Qué piensas de la propuesta de Antonia?, ¿te parece razonable?, ¿podrías pensar en una propuesta mejor que ésta?
5. ¿Alguna vez has sentido que “te agarras” de algo, como lo hace Antonia, para poder lidiar con una circunstancia difícil?
6. Enrique le dice a su mamá que “agarrarse” de algo sirve no solo para sobrellevar las circunstancias difíciles, sino que puede ayudar a cambiarlas. ¿Estarías de acuerdo con Enrique?, ¿podrías dar un ejemplo?
7. El que vivas una “circunstancia difícil”, ¿hace que “no seas responsable” de lo que ahí sucede?
V. Libertad
Enrique piensa que su mamá no “tiene” que vivir lo que vive con Rafael su esposo. Cuando nos encontramos inmersos o atrapados en una circunstancia difícil, ¿tenemos libertad de estar ahí o no? Hay una diferencia importante cuando se habla de libertad en el sentido de “liberarse de” algo o de alguien, y cuando se habla en el sentido de “tener la posibilidad de” otra alternativa.
En la siguiente tabla, analiza cada situación y responde si se trata de ser “libre de”, “libre para” o ambas.
Libre de
|
Libre para
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1
|
Enrique tiene que ir a la escuela
| ||
2
|
Antonia no vive más con Rafael
| ||
3
|
Antonia se pone a bordar
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4
|
Enrique dice lo que está sintiendo
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5
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Rafael mantiene una relación amorosa con Angélica
| ||
6
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Rafael se siente orgulloso cuando los demás conocen sus conquistas
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7
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Antonia no acepta los trabajos que le ofrecen algunos clientes
|
Lee con cuidado cada una de las siguientes afirmaciones y señala si estás o no de acuerdo o si no puedes decidir
De acuerdo
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En desacuerdo
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No lo sé
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1
|
Soy libre cuando puedo hacer lo que me gusta
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2
|
Soy libre cuando cumplo con mis obligaciones
| |||
3
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Soy libre cuando no tengo obligaciones que cumplir
| |||
4
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Soy libre cuando acepto mis circunstancias y encuentro la forma de lidiar con ellas
| |||
5
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Soy libre cuando busco la manera de cambiar las situaciones con las que no estoy de acuerdo
| |||
6
|
Soy libre cuando me siento bien conmigo mismo
| |||
7
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Soy libre cuando no tengo que dar explicaciones de lo que hago
| |||
8
|
Soy libre cuando soy capaz de dar razones para explicar mi forma de actuar
| |||
9
|
Soy libre cuando propongo alternativas ante un problema
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10
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Soy libre cuando expreso lo que siento y lo que pienso aunque eso incomode a otras personas
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11
|
Soy libre cuando pienso en las consecuencias que mis actos tienen para los demás
| |||
12
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Soy libre cuando decido lo que quiero hacer de mi vida y espero que los demás hagan lo necesario para que yo lo logre
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13
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Soy libre cuando hago lo necesario para lograr llevar la vida que quiero para mí
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VI. Sentido de vida.
Antonia explica que en circunstancias difíciles hay que “agarrarnos” de aquellas cosas que nos gustan, que nos hacen fuertes, que nos hacen felices y que le dan sentido a nuestra vida.
1. ¿Qué quiere decir “darle sentido a nuestra vida”? Escribe tres respuestas posibles:
a)
b)
c)
2. ¿Crees que la vida “tiene sentido” o cada persona tiene que “darle sentido”?
3. Si tu respuesta es que la vida “tiene sentido”, ¿qué tendrías que hacer para saber cuál es, o cómo lo podrías descubrir o encontrar?
4. Si tu respuesta es que cada persona tiene que “darle sentido” a la vida, ¿cómo lo harías?
Sugerencias de lectura.
· Frankl, Victor. (1999) El hombre en busca de sentido. Barcelona, Herder.
· Fromm, Erich. (1970). El arte de amar, Buenos Aires, Paidós.
· González, J. (1997). Ética y libertad. México, FCE.
· Lipman, Mathew. (1998). La filosofía en el aula. Madrid, Ediciones de la Torre.
· Lipman, Mathew. (1988) Investigación ética: manual del profesor para acompañar a Lisa, Madrid, Ediciones de la Torre.
· Mateu, Gregorio. (1990). Brotes de ternura. Barcelona, Herder.
· Ortega y Gasset, José. (1996). Meditación de nuestro tiempo: las conferencias de Buenos Aires, 1916 y 1928. Primera conferencia 1928, México, FCE.
Buu no sabe nada el seño put*
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